domingo, 1 de agosto de 2010

Satanización del vegetarianismo por parte de la Iglesia


Bajo el reinado del emperador Constantino el cristianismo se convirtió en cristianismo estatal y con ello cada vez más en Iglesia estatal. Precisamente en ese tiempo se actuó también contra los vegetarianos.La joven Iglesia católica arremetió violentamente contra los vegetarianos, porque en la era de Constantino todavía muchas personas sabían que el cristianismo de los orígenes había tenido una tendencia vegetariana. Muchos testimonios de los llamados padres de la Iglesia expresan que el cristianismo de los orígenes había sido vegetariano. En aquel entonces había también muchos sacerdotes que aún eran vegetarianos. Hubo un concilio en el que los sacerdotes tenían que comer de una olla de carne, y quien no lo hacía, era destituido de su cargo. Hay incluso un anatema del Papa Juan III, dirigido masivamente contra los vegetarianos, en el que se dice: «Si alguien considera como impuros los alimentos de carne que Dios dio a los hombres para su disfrute, y renuncia a ellos, no porque cargan su cuerpo, sino porque los considera por así decir impuros, de tal modo que ni siquiera prueba la verdura que ha sido cocida junto con la carne, como dicen Mani y Prisciliano, que sea pues condenado». Esto se decidió el año 561 en el primer sínodo de Braga, en Portugal!Bajo el emperador Constantino I, se dice que a los cristianos vegetarianos y pacifistas se les echaba plomo fundido por la garganta.

El español Prisciliano, un vegetariano que enseñó que había que respetar la naturaleza y alimentarse sin carne, fue el primer llamado «hereje» que fue ejecutado por la Iglesia a fines del siglo IV.
De la Edad Media nos ha sido transmitido, p. ej., que en el siglo XIII fueron ejecutadas dos mujeres que pertenecían a la fe cátara. Séréna y Agnès de Châteauxverdun. Esto constituye así otro caso histórico más que demuestra que se ejecutó a personas porque eran vegetarianas.
Tanto en la Antigüedad como en la Edad Media se desencadenó una fuerte lucha espiritual. También en la filosofía de los griegos y de los romanos la protección de los animales y la alimentación vegetariana eran algo natural. Esto lo demuestran nombres como Pitágoras, Empédocles y los conocidos filósofos romanos Catón, Horacio, Séneca, Ovidio y Plutarco, que igualmente defendieron a los animales. La Iglesia, no obstante, encontró que eso era paganismo, una enseñanza idólatra. Los primeros padres de la Iglesia se burlaban incluso de las personas que todavía intentaban vivir en unidad con la naturaleza. El padre de la Iglesia Arístides se manifestó ya en el año 150 contra la insensatez de los egipcios, que santificaban a los animales y no notaban que los animales no son «nada». El padre de la Iglesia Clemente de Alejandría se burlaba de las personas que honraban a la madre Tierra. Una de sus expresiones eran: «Estoy acostumbrado a pisar la tierra con mis pies y no a adorarla».Por causa de la Iglesia, toda la Antigüedad degeneró en barbarie. Las consecuencias de esta violenta lucha espiritual, que la Iglesia externamente ganó por de pronto para sí, son, entre otras cosas, los crímenes y las torturas que actualmente tienen que sufrir los animales. Si se leen las actas de la Inquisición, más de uno se conmoverá de ver qué corazón tan grande tenían por los animales aquellos que después fueron juzgados por la Iglesia y a los que finalmente siempre se les asesinó. Por ejemplo, sobre los maniqueos está escrito lo siguiente en las actas de la Inquisición: «No comen ni carne ni huevos y no beben ni leche ni vino»*. Y sobre los valdenses: «Todo tipo de derramamiento de sangre lo consideran pecado mortal».Esto nos podría dar de nuevo una aclaración sobre quién está sentado en la silla de san Pedro. Son al fin y al cabo aquellos que están a favor de la destrucción de la Tierra, de la destrucción de seres humanos, de la naturaleza y de los animales, y esto es justamente lo contrario de lo que quería y quiere Dios, y es justamente lo contrario de lo que enseñó Jesús, el Cristo, que trajo verdaderamente a los hombres el amor a Dios y al prójimo. En consecuencia, el poseedor de la silla de san Pedro no es otro que el adversario de Dios.
Incluso un franciscano es del mismo parecer. En el libro «Por un trozo de carne», Karlheinz Deschner informa que el franciscano Renato Moretti escribió: «¡Satanás se ha instalado en el Vaticano!», después de haber tenido conocimiento de que el nuevo catecismo de la Iglesia, de 1993, afirma: «Dios confió a los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen. Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales, si se mantienen en límites razonables, son prácticas morales aceptables, pues contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas».